martes, 22 de noviembre de 2016

1924. Trágicas vísperas sanjuaneras. El Hotel Atlántic celebra por todo lo alto la Noche de San Juan.

En los días previos a la festividad de San Juan Bautista, la sociedad coruñesa se vio golpeada por un truculento suceso acaecido en la Atocha alta, que recorrió La Coruña como un reguero de pólvora. Un individuo llamado José Reboredo, más conocido como “Pepe el trampas”, casado con Josefa Vázquez de la que tuvo cinco  hijos y domiciliado en la calle de Orillamar, se suicidaba de un tiro en la sien después de disparar hasta en tres ocasiones a la propietaria de la casa marcada con el numero 49 de la Atocha alta, llamada  Teresa Guilabert. 


El móvil de dicho suceso se  enmarcó en una situación insoportable de celos, puesto que “El Trampas” había conocido cuatro años atrás a Teresa, de 30 años de edad, en situación civil de viuda  y la había convertido en su amante. Ello llevó a Reboredo a separase de su esposa legitima que cansada de los amoríos de sus marido, lo echó de casa. El romance con Teresa, continuó, pero comenzó a tornase inaguantable con unos ataques irrefrenables de celos, al saber Reboredo que a Teresa le acompañaba de vez en cuando otro hombre, incluso hubo una agresión  por medio que se saldó con Teresa herida de cortes en cara y costado, por lo que el Trampas fue detenido, pasando cinco días en  la cárcel, durante los cuales su esposa Josefa, le llevó tabaco, comida y dinero. Por ello, ante los insufribles celos del Trampas, Teresa decidió romper definitivamente la relación.  

Una vez salido de la cárcel El Trampas intentó ver de nuevo a Teresa que lo rechazó.  Por ello el sábado  día 21 de junio, Reboredo visitó a su legítima mujer,  quien le rogó que dejase a su amante y volviese  a casa. El Trampas le dijo: “Perdóname cuanto mal te llevo hecho. Pronto conocerás una mala noticia”. Al día siguiente Reboredo encamino sus pasos hacia la Atocha alta y después de merodear por las inmediaciones de la casa de su  ex amante, se atrevió a entrar, encontrando a Teresa en el patio. Ella le rogó que le dejase y que no volviese más por allí, pues su historia de amor se había terminado, Reboredo se puso de rodillas pidiéndole que le perdonase. Ante la negativa de la mujer, Trampas sacó un revolver del calibre 6,35 y efectuó contra Teresa tres disparos que la dejaron  mal herida. De seguido se disparó un tiro en la sien. Avisada las asistencias y la policía, que acudió  con prontitud del suceso, con una pareja de Seguridad, formada por los guardias Escolástico Delgado e Ignacio Vallejo, una ambulancia  trasladó los cuerpos del Trampas y de Teresa  a la casa de socorro, ingresando el Trampas cadáver y Teresa en estado muy grave. 
    
El barrio conmovido apenas tuvo ganas para divertirse en la víspera sanjuanera, En  la calle de San Juan hubo hoguera, pero faltaron murgas, organillos y verbena. Eso sí tuvo lugar un homenaje  al maestro Don Antonio Lloret Real, el popular Reaiito, un hombre bueno, afable, humilde  y de grandes saberes, que tenía una escuela en la propia calle y durante años compaginó con mucho humor, sus labores docentes  con la dirección de la comparsa de Gigantes y Cabezudos,  donde destacaban, entre otras, las grandes cabezas de “Ollo vivo” “Mata la Fiera” “los negritos” “el marinero”, que eran portados por niños acogidos en el hospicio. Ese año de 1924, Realito decidió retirarse de sus labores  junto  a los hieráticos gigantes y los simpáticos cabezones.  Por ello su calle, en víspera tan señalada con la de San Juan, decidió ofrecerle una gran muestra de cariño que resultó todo un éxito de participación de amigos, vecinos, alumnos y antiguos acogidos en el Hospicio, que rodearon al buen profesor durante unas horas de alegría, aprecio y amistad.

Esa tarde en el parque de Riazor, el Real club Deportivo se enfrentaba por tercera vez al conjunto escocés del Dundee United de Glasgow, sub campeón de la liga profesional Escocesa con el resultado adverso de dos a cero, después de empatar a cero en el primer compromiso y golear el Deportivo a los escoceses por cinco tantos a uno en el segundo choque pactado entre ambos equipos con un Ramón González estelar que anotó los cinco goles.

El flamante Hotel Atlántic celebraba por todo lo alto la Noche de San Juan, con una cena-baile en su terraza que estaba profusamente iluminada a la veneciana con verbeneros farolillos y guirnaldas de colores. Bellísimas mujeres con mantones de Manila y  caballeros elegantemente vestidos, se dieron cita en la fiesta donde se bailó, hasta bien entrada la madrugada, al son de una conocida orquesta. La magnífica noche estrellada que envolvía el señorial hotel, hicieron de la  fiesta una isla paradisiaca de luces y música entre el cielo y el mar azul coruñés, que venia a poner el contrapunto de tan luctuosos sucesos.

Calin Fernández Barallobre.