miércoles, 1 de abril de 2015

1975. Francisco Ramón de Ballesteros.

Extracto literal del Pregón de la Noche de San Juan de 1975, pronunciado por el escritor Francisco Ramón de Ballesteros. (La copia original se perdió en el derrumbe sufrido en el local de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña en abril de 2003)



Hoy como ayer (y Dios quiera que mañana), los pueblos que todavía son observantes de la tradición sanjuanera, se disponen a celebrar el primer solsticio de verano con un ceremonial revestido de poesía; de encanto; de misterio y aún de ingenuidad puesto que en el fondo de la cuestión siguen tolerando las creencias sobre el reinado nocturno de Fadas malas y buenas, de “trasgos”, “fantasmas” y celosos “mouros que son guardianes de todos los tesoros que se esconden en el seno de la tierra,.
Nuestra participación de estos aconteceres, aun sea ya muy limitada, sin embargo tiene mucho de ilusionada, resultando además un poco crédula, a pesar de que ya casi nadie se preocupa por la procedencia y significación de las hogueras, salvo esta joven comisión coruñesa con  Eugenio, su presidente, a la cabeza, ni tampoco se valora la importancia que siempre se ha concedido al fuego, al agua y a determinadas plantas y árboles que restañan la salud del cuerpo y del alma siempre y cuando sean utilizados con la observancia de determinadas formalidades.

LA IMPORTANCIA DE LAS HOGUERAS.

El origen de las hogueras que habrán de arder esta noche (de eminente carácter religioso y pagano), es atribuido a Fenicios y Celtas, cosa que, por otra parte, llevaban a cabo por lo menos cuatro veces al año, porque cada equinoccio (“verdaderos goznes sobre los que gira el año solar”) suponía para ellos una manifestación divina.
Así que tanto las “xestas” (retamas), como los chisporreantes “loureiros” (laureles) que ahora son quemados en honor a San Juan el Bautista, nos hacen pensar como ardían antes en adoración de unas deidades tales como Baal, Melcate, Bendin, Nereith, e incluso las misma Hacate como diosa de las apariciones nocturnas en los cruces de tres caminos o “triviums”, siempre acompañada de su furiosa y “oubeante” (aullante) jauría de perros que capitaneaba Urco.
¡En resumen de cuentas! Pasó el tiempo y se trastocaron las cosas y creencias hasta el extremo de que las Hogueras de hoy en día solamente constituyen una sorprendente diversión, y que, aún cuando son saltadas por los mozos en estado de merecer para saber si se van a casar o no en ese año, sin embargo ya no se busca en ellas la acción del humo para curar los males de aireada, ni tampoco se llevan las vacas a dar vueltas alrededor de la hoguera (dando tres vueltas en un sentido y seis por el lado contrario) para que no enfermen ni las mosqueen las brujas en los establos.
De todas maneras, hemos de convenir en que las hogueras celebradas hoy día, son exponente de alegría y punto de reunión de mozos y mozas con su inseparable cortejo de músicas, cánticos, risas, amores y amoríos, puesto que es ley de juventud el no hacer recuerdo en momentos así, ni siquiera del hombre primigenio que se valía del fuego para combatir las sombras de la noche, porque le recordaban la oscuridad de la muerte.
En este somero recuento de valores folklóricos, tampoco puedo callarme la parte tenebrosa de esta noche, entre la que destaca la extraordinaria reunión de brujas y brujos “, “canouros”, que se concentran en los “aquelarres”, bajo la presidencia del demonio encarnado en un macho cabrío de tres cuernos, llamado Leonardo, pero conocido con el remoquete de “el cabrón”.
Más, sin duda alguna para paliar tan horrible acontecimiento y al propio tiempo para poetizar esta noche en la que “el mito creador y fecundador”, tiene su más claro exponente, resulta que al margen de toda suerte de conjuros y desconjuros, existen hadas buenas, como entre otras, este ramillete de hermosas jóvenes coruñesas, que a las 12 en punto de la noche y a la luz de la luna, peinarán sus cabellos rubios con peines de oro, ínterin que los diminutos duendes llamados “xans”, roban manzanas y se beben la leche de las ubres de las vacas.

También es bueno a  esa hora, el beberse un vaso de agua procedente de siete fuentes, porque aclara la mente y cura toda suerte de dolencias a la piel. Pero en el papel fecundador del agua nada más recomendable para las mujeres estériles, que eso de tomarse un baño de nueve olas aquí, en el mar del Orzán o debajo del Santuario de Nuestra Señora la Virgen de la Lanzada. Así es de interesante y significativa esta mágica y enigmática noche de la víspera de San Juan que hoy en este Paraninfo del Instituto Eusebio da Guarda, celebramos, porque como hemos dicho antes, se apoya en tan importantes bases cuales son: la poesía; el encantamiento; el misterio; el amor y la ingenuidad.